lunes, 11 de agosto de 2014

Antigua Egipto





Arquitectura:
El legado de la arquitectura egipcia se con­solida a lo largo de los siglos, basado en una serie de características propias: su colosal ismo constructivo, su perfección técnica, y su capacidad de movilización social para la realización de grandes obras.                                                                                                                                                                 Cuenta además cuenta con algunos elementos formales igualmente singulares. Así, su estructura arquitrabada, la utilización frecuente de muros en talud, el aprovecha­miento de la piedra como material cons­tructivo a pesar de las dificultades de su ex­tracción en aquel país de desierto, así como un modelo de sostén basado en grandes columnas rematadas en capiteles caracte­rísticos: lotiformes, palmiformes o papiri­formes, según su parentesco con las plantas que se reproducen talladas sobre la piedra.
Destacan como tipologías más caracte­rísticas, la arquitectura funeraria, de una enorme importancia en el arte egipcio dada su íntima relación vital con el mundo de ul­tratumba; y los templos, reflejo también del poder de la clase sacerdotal.
Por otra parte, los egipcios desarrollaron, debido a su actividad agraria, las técnicas de la agrimensura. Ello les familiarizó con la geometría y el cálculo aritmético, conoci­mientos que aplicaron a la totalidad de su arquitectura, otorgándole así unas propor­ciones precisas adaptadas a determinados módulos.
 













Arquitectura funeraria
La arquitectura funeraria es sin duda una de las ex­presiones más espectaculares de todo el arte egipcio, pero no hubiera sido posible sin el desarrollo profundo de una religión que le daba una importancia absoluta­mente trascendental.


Es el inmenso poder económico y social acaparado precisamente por el fa­raón el que permitiría obras descomunales dedicadas a su descanso eterno: Primero las mastabas, que luego se convirtieron en pirámides, y posteriormente los hipogeos.                                                                                                                                                                       La primera forma arquitectónica con una finali­dad de mausoleo fueron las mastabas. Estaban for­madas por una base tronco-piramidal con muros en talud, que quedaban enterradas y mimetizadas en el paisaje. Las primeras se realizaron en ladrillo, sus­tituido posteriormente por sillares de piedra perfec­tamente escuadrados.
 






La pirámide es, por excelencia, la tumba del soberano, de ahí que se revista de un simbolismo especial. En primer lugar, se ha demostrado que algunas fueron concebidas bajo simbolismos numéricos, como es el caso de la de keops, que recoge ciertas medidas astronómicas. De hecho cada lado está perfectamente orientado a cada uno de los cuatro puntos cardinales, y además, las cuatro aristas que provienen del vértice, sim­bolizan los rayos del dios Sol-Rah, protegiendo a su hijo el faraón. Por otro lado, su forma apun­tada y su gran elevación las hacía visibles desde lejos, lo que también constituía un símbolo gran­dilocuente del poder político, capaz de sufragar semejantes obras


El último ejemplo de construcción funeraria, el hipogeo, se desarrolló du­rante el Imperio Nuevo, tratándose de una construcción que como su propio nombre indica, estaba excavada dentro de una montaña, con una disposi­ción interna que trasponía en cierto modo las estancias de las anteriores construcciones.

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